12.3.17

Sin pies

"Mario Feijóo Anakabe, de la asociación vasca Euskadiko Polio Elkartea, cuenta a propósito de su infancia: “En casa te entrenan para hacer frente a la enfermedad. En la mía fue mi padre, que de niño había huido de Galicia a Francia en la Guerra Civil y más tarde llegó al País Vasco con una maleta vacía a trabajar en la mar. Él siempre me animó para que fuera alguien en la vida, para que estudiara. Las niñas lo tenían peor, eran educadas para que cuidaran de los mayores de casa”. Durante su infancia, el miedo a la polio creó una auténtica alarma social. “No había ninguna cura. Las madres rezaban para que sus hijos no se contagiaran. Cuando la mía salía a la calle a pasearme en el carrito, no la saludaba nadie, todos se cambiaban de acera. Era el año 1955”. (Kirmen Uribe, Los niños de la polio, "El País")

é que me voy a acordar muchas veces de mi tía Loli, que nos dejó hace 15 días tras un breve episodio en las Urgencias de un hospital comarcal cerca de donde había nacido hace 74 años. Cuando leo en la cita sobre la poliomielitis que traigo hoy eso de "Las niñas lo tenían peor, eran educadas para que cuidaran de los mayores de casa", pienso que mucho de eso hubo en su vida: la poliomielitis y cuidar de los mayores. La casa, cuando no tenía agua corriente y apenas electrodoméstico alguno más que un transistor, le ocasionaba mucho trabajo, aunque solo fuera por acarrear agua, lavar ropa, ir a comprar comida. También habrá quien diga que los electrodomésticos dan trabajo, y es verdad. Además sabía coser y ganchillar y hacía arreglos, cosa que si no se lleva con una firme barrera de protección contra abusones acaba por cansar al más paciente. "Es poca cosa, te lo vendré a buscar cuando vuelva del pan".
Por la misma razón por la que un jefe de Personal que tuvimos en mi tercer trabajo decía "Los que trabajan por los que no trabajan" (cuando alquien protestaba por alguna iniquidad), pienso que estamos los que recordamos por los que olvidan tanto. Mi tía Loli además del cuidado de mis abuelos y de la colada y la compra, acarreó con la memoria de la familia materna. Un día me dio a entender que era la única de la calle que sabía buscar un nombre en la guía telefónica, y no era solo porque los vecinos usan los sobrenombres y esos no venían en el listado de los números sino porque además no sabían manejarse con la ordenación alfabética. Y pensé que como en eso pasaría en todo y que vivía en un entorno donde su inteligencia lejos de brillar era otra desventaja más, como la poliomielitis que arrastró tantos años. 
Acabaron de enturbiar sus claros ojos verde olivo la muerte de un primo que la comprendía y algún que otro conflicto. Nunca sabremos si fueron los conflictos los que la arrojaron al alcohol o el alcohol lo que la arrojó a los conflictos, pero lo que es cierto es que hubo de las cosas. Y eso no suele acabar bien.
La cuestión ahora no es esto y lo otro ni lo de más allá, la cuestión es pensar -como suele ocurrir siempre con los difuntos- si podríamos haber hecho más de lo que hicimos. Seguramente que sí. Siempre se puede hacer un poco más o mucho más. Y en especial la familia. Aunque el alcoholismo es una lacra que se encubre, sobre todo en las mujeres, para mí resulta incomprensible que no se pueda tratar más abiertamente. Pienso que en los próximos años va a aumentar el número de mujeres alcohólicas, con lo que eso representará además para los que seremos o seríamos pensionistas, con lo que es previsible que el asunto se tratará con más claridad.
Sin embargo, como pretendo ir diciendo, lo que me preocupa es que nuestra sociedad por mucho que se cargue de dispositivos de comunicación y de prestaciones sociosanitarias, es incapaz de integrar verdaderamente a los que son ¿"diferentes"? Y más allá de esas infraestructuras que siempre se invocan  para reparar muchos males que en parte propiciamos nosotros mismos (la "sociedad"), habría que arremangarse y hacer más los unos por los otros, sin necesidad de encauzarlo por el voluntariado reconocible y reconocido. Parece que en el mejor de los casos, quienes ostentan el marchamo de la "normalidad" en su capacidad intelectual, en su orientación sexual y forma de vida, en su estado de salud, están dispuestos a "ayudar" -como los maridos machistas que "ayudan" a sus mujeres- en un coto muy determinado e intermitente, o a través de gestos de dosificado patetismo, como pulsar el "me gusta" en las redes sociales cuando hay un video de un niño pasando por una hambruna o una guerra. La solidaridad está confiada al estado del bienestar, que ya se ocupa de los enfermos, los drogadictos, los accidentados graves, los discapacitados psíquicos, los abandonados, y eso es bueno pero ha hecho que nos desentendamos de alguna manera de una cualidad que nos hacía humanos.
El número ingente de perros en el barrio, sobre todo los de la gente "normal" me habla de una renovación de las costumbres sociales y de una cierta degradación de las relaciones entre los ciudadanos. Pero siempre, como ocurre con el agua, que siempre encuentra su camino, el amor se va escurriendo por donde puede, y aún veremos más novedades. De la misma manera que Rosalía de Castro dejó escrito "Eu quero ir onde as miñas dores foron" habrá quien irá donde vaya su amor.

(c)SafeCreative *1703111103590

Par le petit garçon qui meurt près de sa mère
Tandis que des enfants s'amusent au parterre
Et par l'oiseau blessé qui ne sait pas comment
Son aile tout à coup s'ensanglante et descend
Par la soif et la faim et le délire ardent
Je vous salue, Marie.
Par les gosses battus, par l'ivrogne qui rentre
Par l'âne qui reçoit des coups de pied au ventre
Et par l'humiliation de l'innocent châtié
Par la vierge vendue qu'on a déshabillée
Par le fils dont la mère a été insultée
Je vous salue, Marie.
Par la vieille qui, trébuchant sous trop de poids
S'écrie : « Mon Dieu ! » par le malheureux dont les bras
Ne purent s'appuyer sur une amour humaine
Comme la Croix du Fils sur Simon de Cyrène
Par le cheval tombé sous le chariot qu'il traîne
Je vous salue, Marie.
Par les quatre horizons qui crucifient le monde
Par tous ceux dont la chair se déchire ou succombe
Par ceux qui sont sans pieds, par ceux qui sont sans mains
Par le malade que l'on opère et qui geint
Et par le juste mis au rang des assassins
Je vous salue, Marie.
Par la mère apprenant que son fils est guéri
Par l'oiseau rappelant l'oiseau tombé du nid
Par l'herbe qui a soif et recueille l'ondée
Par le baiser perdu par l'amour redonné
Et par le mendiant retrouvant sa monnaie
Je vous salue, Marie
Georges Brassens, La prière (Letra de Francis Jammes)

[En español: La plegaria]

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