11.6.17

We are walking in the air

We're walking in the air 
We're floating in the moonlit sky 
The people far below are sleeping as we fly 

onocí la canción We are walking in the air a través de la versión de George Winston en su álbum "Forest". Luego he sabido que era la banda sonora original de una película de dibujos animados que se proyectó en los ochenta. "The snowman" es la historia de la amistad de un muñeco de nieve y un niño. A su regreso de una aventura en la que incluso vuelan por el aire, el hombre o muñeco de nieve se derrite, cosa que no puede ser más triste y que nos recuerda como todo se disuelve o desintegra hasta que lo que parecía más real y entero apenas deja trazas de haber existido.
El jueves encontré en Llibre Solidari, en su puestecillo en la estación de Sagrera, un ejemplar de Es usted un mamífero, de Álvaro de Laiglesia. Tal vez hoy en día se le recuerda más como director de La Codorniz que como el autor de más de una treintena de libros. El titulado Dios le ampare, imbécil alcanzaba ya allá por el año 1974 12 ediciones. Yo recuerdo claramente que era un autor que en efecto siempre tenía un enorme éxito de ventas y era muy reeditado, en ediciones de bolsillo o en ediciones como la que compré por dos euros el jueves, en tapa dura y con una sobrecubierta de Enrique Herreros. Aún queda gente que se acuerda de los magníficos carteles cinematográficos que había hecho Herreros para los estrenos en la Gran Via. José Luis Borau, Nati Mistral, Luis García-Berlanga, José Luis Garci. Son inolvidables sus ilustraciones del Quijote, también. 
Álvaro de Laiglesia murió con solo 59 años de edad, el año 1981, hace casi 36 años. Su humorismo está emparentado con el de Jardiel Poncela o Miguel Mihura . Como no he leído a Fernando Vizcaíno Casas no puedo asegurar si en el autor valenciano no había algo de sus predecesores, más allá de lo ideológico. La fotografía de hoy es el punto de libro que incluía mi compra, que para mi sorpresa es un autógrafo del escritor con una dedicatoria a la anterior propietaria del libro. La expresión del novelista me recuerda toda una época, en la que aún se sonreía con los ojos sinceramente y había un cierto optimismo que iba emparejado también a una música jovial, llena de entusiasmo y energía. 
El libro está formado por un conjunto de relatos, el primero de los cuales se titula Muerte de otro viajante, pero no tiene mucho que ver con la obra de Arthur Miller, aunque también está implicado un seguro de vida. La mezquindad o codicia de la familia del viajante también representa toda una época, en la que se pensaba lo necesario que era el dinero para salir adelante. Pero está claro que lejos de caer en la crudeza realista pongamos que de Pérez Galdós, Laiglesia usa el humor blanco y establece unos diálogos donde nadie se arroga la verdad o la integridad ni nadie se escandaliza o se ofende. Da mucho que pensar que incluso los escritores con fama al cabo de pocos años pueden ser olvidados.
Me da un poco de pena haber encontrado el libro de Laiglesia tal vez por el traspaso de su propietaria Concha P. de Sánchez, y pensar que nadie ha sabido valorar el punto de lectura autógrafo. Pero no es peor que cuando se derrite un muñeco de nieve.


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