2.8.17

La cintura Imperio

pesar de que Jane Austen se encuentra entre las "artistas en verdad valiosas" de la famosa diatriba del licenciado en Filología Inglesa Javier Marías contra Gloria Fuertes y las feministas, yo no soy mucho de novelas. Creo que Madame Bovary  (1857) tuvo la culpa, no ya por la insensatez del personaje sino por que es a mi entender la novela mejor escrita entre las que yo he leído, y ese punto deja el paladar en un estado álgido. Con todo, ahora que estoy releyendo Sense and Sensibility (1811), recibo la impresión de que esos 46 años de diferencia entre las dos novelas son casi irrelevantes. En la Historia hay fenómenos que avanzan lentamente y otros que avanzan a gran velocidad. Otros quedan como en medio, sufriendo los tirones y los frenazos de esas capas tectónicas que se mueven a destiempo.

Cuando me he referido a la novela de Flaubert iba a decir en vez de "insensatez" "estupidez", pero está claro que la estupidez es más bien algo que le corresponde más bien al escritor Javier Marías, al hacer tan mal uso de sus posibilidades. Y en cualquier caso ni siquiera se puede hablar de estupidez en ese caso, tal vez de frustración. Si me refiero a este autor, del que reconozco no haber leído más que Corazón tan blanco y eso apenas, es por contraste con la imagen de hoy, un fotograma de "Sense and sensibility" (Ang Lee, 1996).  En él vemos a la señora Dashwood y sus hijas en un salón donde apreciamos libros, pinturas y porcelanas. La fotografía muestra cosiendo a las mujeres, aunque es una escena fingida ya que segundos antes estaban en la puerta de la casa. Al advertir la llegada de Edward Ferrars corren a demostrar una escena fingida. Esta situación no aparece en la novela, que fue guionizada y además interpretada admirablemente por Emma Thompson. Y es que se suele decir que en la casa de Jane Austen tenían los goznes de una puerta interior principal descuidados para que chirriaran y la pusieran sobre aviso de las visitas imprevistas, de manera que la artista pudiera ocultar sus escritos y fingir que cosía. Esta anécdota es del todo verosímil y no tengo ni la menor duda de que fuera así.
Durante muchos años yo misma escribí sino en secreto por lo menos en silencio. Por una parte lo que yo escribía no me parecía digno de ser leído ni nada que se le pareciera, por otra parte de alguna manera casi siempre tácita las mujeres de mi generación hemos vivido una época en la que lo que se esperaba de las mujeres seguía siendo en el fondo que se ocuparan de estar guapas, de limpiar y de saber criar hijos. Una de mis abuelas se malhumoraba visiblemente cuando me oía silbar y la otra me dijo una vez que si no era mejor que en vez de estudiar tanto aprendiera a cocinar. Esa consideración siempre la he recordado y me ha hecho creer que en gran parte la condición de las mujeres ha sufrido los estragos de la autorepresión, y que la inhibición empezaba y a veces terminaba drásticamente en la casa familiar.
Las Dashwood no disfrutaban de una condición económica boyante ni mucho menos. De hecho su futuro era incierto y a la merced de que las tres hermanas o una parte de ellas contrajeran matrimonios ventajosos. El hecho de que Lionor (Emma Thompson) sea aficionada al dibujo -aunque en la película no se resalta nada- y de que Marianne toque el piano y cante no creo que tuvieran que ocultarlo, pero hemos de suponer que no era decoroso pasar el rato con esas actividades. De la misma manera, supongo, que en determinada clase social se aceptaba que una mujer escribiera pero poco.
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Creo no traicionar la confianza de una amiga que me explicó hace unos años que había ido a visitar a Jordi Pujol y Marta Ferrusola a su casa en Premià. Y que Marta Ferrusola les recibió zurciendo calcetines. Pensé en aquel entonces que no tenía nada de particular, si le gustaba hacer esa labor, y que en definitiva cuando estamos en nuestras casas siempre estamos haciendo algo, aunque sea regar, leer o hacer croquetas.
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No se ha hablado lo suficiente de la controversia del corsé ni de esa moda que inundó los vestuarios burgueses de cinturas altas neoclásicas y manoletinas. La cintura Regency, que abunda en las películas que hemos visto sobre las novelas de Jane Austen, liberaba a las mujeres del corsé y las permitió respirar durante unos años libremente. Las manoletinas les permitió andar.

Escena de "Sense and Sensibility" (Ang Lee, 1996)

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