27.11.17

Tales qualia

"A eso de los treinta y cinco años, a fuerza de diligencia
y de coraje, había logrado un nivel de vida
que podríamos llamar bohemio-aristocrático:
una hermosa casa antigua (suelos entarimados,
grandes chimeneas) amueblada con relativa
indiferencia (danés moderno que siempre se
estaba desencolando, sofá necesitado de
limpieza, batería de cocina barata, antigüedades
de subasta salpicadas aquí y allá), paredes ocupadas
por lienzos semiabstractos pintados por la señora y
librerías de pino montadas a martillazos por el
señor, patio trasero desaliñado (seto de forsitia
sin inhibiciones, un columpio de cuerda
colgado de un olmo moribundo, calvas en los
vértices aproximados de un rombo de béisbol), cuatro
hijos polvorientos pero sanos con la ropa de domingo
al fondo del armario, dos coches, uno de ellos
descapotable, y, para cenar, mucha cazuela
de arroz y vino de California."
John Updike, A conciencia

ace muchos años leí una de las novelas de John Updike que incluye la palabra "conejo" en su título. No recuerdo cual. Ya entonces, como ahora cuando estoy leyendo sus memorias, quedé convencida que se perdía mucho en la traducción y que aunque bien seguro se puede decir que el autor es very funny, versionarlo no puede ser una tarea fácil. El título A conciencia  es una traducción creo que  con foco editorial del título original, que es Self-consciousness, que tiene que ver con los qualia (experiencias subjetivas individuales) y el autoconocimiento o self-awareness. El título en español lo que suele transmitir es un trabajo realizado con rigor y sin trampas o con profundidad. Lo que me hace defender que se aleja de la acepción original es el hecho de que John Updike padeció psoriasis, asma y además era tartamudo, condiciones que nos va incorporando a lo largo del libro y que le condicionaron bastante. La traducción en francés es Être soi à jamais ("Ser uno mismo para siempre"), cosa que corrobora la subordinación a los deseos del editor. No encuentro ninguna traducción al portugués o al italiano. Manuel Sáenz de Heredia también ha traducido a Nadine Gordimer, Paul Théroux, Edith Wharton, Woody Allen y —desde el inglés— Hisako Matsubara, autora que suele escribir en alemán aunque es japonesa.

La cita se refiere a los 35 años del escritor, pero el libro lo escribió cuando ya tenía 57 años, el año 1989. Me produce muchísima pereza cerciorarme de si el boho-chic (traducido como "bohemio-aristocrático") ya existía el año 1967 en Estados Unidos. Supongo que sí, aunque no tal y como lo concebimos nosotros con la ayuda de Ikea y Elsa Pataki. Lo más del boho-chic es en el año 2017 llevar el pelo frito como Blanca Cuesta o Eugenia Martínez de Irujo, llevar pantalón de talle bajo y/o hacer un posado con yoga-pilates o acro-yoga.
He intentado situarme algo con el asunto de las generaciones de entresiglos y verdaderamente me parece un follón. Por edad yo pertenezco al Baby boom y por lo tanto sería boomer. Además de la generación X y la generación Y, también hay una generación T (táctil) y la generación Z (centennials). Lo único que pretendo señalar es ese lío y un hecho del que tengo clara conciencia, y es que cuando te das cuenta ya se ha pasado una generación y la releva otra. Alguna vez ya había expresado creo que aquí en este blog que hubo unos años en que El País lo leíamos en mi generación pero a sabiendas de que el equipo de redacción habitual y el cuerpo flotante de colaboradores y columnistas nos llevaban de 10 a 20 años. Hoy en día, mi percepción (especialmente para los suplementos de tecnología y moda) es que los que trabajan en El País —con firma, se entiendeson 10 o 20 años más jóvenes que yo. Esta es una percepción mía que puede estar equivocada, porque proviene de una impresión general. Naturalmente hay periodistas de mi edad.
Después de unos años, muchos, en el final del franquismo tuvimos el pujolismo, que en cierta manera era muy autocrático o por lo menos monolítico. Los años de tripartito y Artur Mas los siento como un quale nebuloso, una película confusa cuya trama se desdibuja y más a la vista del vodevil puigdemontesco. El relevo de poderes en las legislaturas de Mas (ahora mismo ni estoy segura de que concluyera alguna de ellas) ha venido acompañado de infinidad de nombramientos de cargos políticos de la generación X y algunos millenials (generación Y). Los turnos políticos se han entreverado con los relevos generacionales, los movimientos migratorios y con una situación económica crispada y llena de incertidumbres.
El "mundo feliz" de muchos jóvenes, cuando yo lo era y ahora que ya no lo soy, a veces se apoya en la segregación por edades. Nunca he sentido la suspicacia o las reticencias de los viejos o las personas maduras, pero incluso cuando aún era joven he sentido la discriminación de los jóvenes hacia los más adultos y hacia mí misma. Es una forma de segregacionismo. Desde los primeros tiempos de este blog el tráfico provenía principalmente de hombres entre  los 18 y los 34 años, en especial los que ahora tienen entre 25 y 34. Ese dato de Google Analytics, al que he acudido en todos estos años cosa de 3 veces, no más, me sorprende y me hace ver que además de que no tengo para nada en cuenta los consejos de los posicionadores web, tampoco me intereso por gustar a los jóvenes de la generación Y. También podríamos interpretar ese dato situándolo en el hecho de que es el sector más activo en internet, cosa que no valida una lectura ya no digo atenta pero sí más o menos provechosa.
Aunque nunca he pensado en "mis" "lectores" (*) por lo menos con firme propósito de remitente o emisora, me interesa el tema de ver en qué va a acabar todo esto de la escritura y la lectura en general. Y el otro tema que me interesa en torno a este fenómeno (el de la comprensión lectora) es el de la apertura lectora, el de ser capaz de interesarse por lo que va más allá de las propias ideas y conocimientos de cada cual, y de las celebridades.

Mort Gerberg para The Newyorker. "Isla de desechos".

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(*)
Entrecomillo por separado las dos palabras porque las comillas de la primera palabra (mis) y las de la segunda (lectores) tienen su propio ámbito dentro de lo que sería una cierta desdicha. "Mis" exigiría una asiduidad o una lealtad de la que no tengo trazas; "lectores", creer que existe una persona o algunas personas que están dispuestas a emplear su tiempo y su atención en algo que yo envío como un mensaje en una botella, a la inmensidad del océano.

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