6.12.17

Aporías y tonterías

La fina seda se rompe; 
la muerte que allí venía: 
—Vamos, el enamorado, 
que la hora ya está cumplida.
Romance del enamorado y la muerte





acía tiempo que no pillaba una frase al vuelo y la que me encontré ayer es toda una perla, no tanto por su originalidad (ya sabemos que no hay nada nuevo bajo el sol) como por su autenticidad. Una joven le dijo a su abuelo: "Si tú hubieras decidido quedarte en Francia yo no habría nacido". Esta frase me hizo recordar otras dos frases. La primera frase es un koan zen que precede la autobiografía de Marguerite Yourcenar: "¿Qué cara teníais antes de que vuestro padre y vuestra madre se hubieran conocido?" ("Quel était votre visage avant que votre père et votre mère se fussent rencontrés?". La otra la leí en el estado de una cuenta de Whatsapp: "Las decisiones que tomas no alteran en absoluto tu destino, definen el modo en que deseas recorrerlo".
La tercera frase introduce el "destino", con lo que lo da por supuesto o al menos establece su existencia, cosa que ya da poco espacio a la aporía y ya no digamos al koan. Es determinista pero deja la posibilidad de que cada cual de alguna manera tome las riendas de su propia trayectoria. La foto de hoy del caballo que se llamó Snowman (1948-1974) nos lo muestra con los hijos del dueño en su grupa. Es una espléndida imagen de lo que nos gustaría que fuera la vida, aunque no me estoy refiriendo a que el animal tenga que soportar siempre tamaña carga ni a que los niños no crezcan. Es una instantánea de un momento en el que se concertaron la salud, la alegría, la libertad y el amor. Y es que a veces hay salud sin alegría, o libertad sin amor, etcétera.
Tal vez lo mejor de la frase al vuelo de ayer por la tarde fue que al menos durante los 5 segundos que yo hice por no abandonar el recorrido de la escena el abuelo no contestó. Tal vez pensaba qué contestar, tal vez recordaba qué le llevó a dejar Francia. Quizás pensó también en lo que habría sido de su vida de haber permanecido allí. No tuve la sensación de que la pregunta fuera egoísta, no tuve la sensación de que la muchacha hiciera esa consideración desde la perspectiva de su propia existencia, aunque también algo de eso había.
Ya lo dijo Daniel Defoe, que solo tenemos la certidumbre de la muerte y los impuestos. Nos podemos amargar la vida con ese cuadro o, por el contrario, podemos disfrutarla en la medida de nuestras posibilidades. La mayor parte del tiempo somos conscientes de la imposibilidad de poder hacer cuanto quisiéramos hacer. Es decir, como ocurre con los niños, las limitaciones son las que nos permiten centrar nuestros actos, dicho sea resumidamente. Y la incertidumbre no es tan mala. Al fin y al cabo consuela saber que no hay solo una manera de llegar desde un punto de origen a otro punto de destino.
Harry de Leyer compró el caballo Snowman por 80 dólares en 1956. Hasta entonces había sido un animal de tiro para una familia amish de Pennsylvania (Pensilvania) y ya tenía 8 años, pero pronto se convirtió en un campeón de saltos. A pesar de su nombre, Snowman era gris. Contra lo que suelo tener por costumbre, no he respetado la imagen original, sino que la he volteado porque me gusta mucho más que el caballo mire hacia la derecha.
*
No he conseguido cerciorarme de si el "Romance del enamorado y la muerte" pertenece al Romancero viejo o al nuevo, pero me inclino a pensar que pertenece al nuevo. El vocativo "el enamorado", hoy solo en uso en el francés (me acuerdo de la frase "Au revoir les enfants"), me encanta.

Snowman y los hermanos De Leyer (ca 1956)

(C)SafeCreative *1712065028361  (2022: 2212172887480)